EN | ES
EN | ES

Generación del 27

Alberti 0Federico Garcia LorcaAlonso Damaso

Seguro que alguna vez has escuchado alguna vez sobre la famosa ‘Generación del 27’. Son una serie de escritores españoles, poetas en su mayoría, que destacaron en el siglo XX por dar a conocer el panorama del momento: 1927, se produce en España un proceso de renovación, de cambios sociales y políticos, que inspiran a estos jóvenes artistas y sus obras revolucionarias.

Hablaremos de algunos de ellos a continuación:

1. Rafael Alberti (1902 – 1999)
Nació en el Puerto de Santa María (Cádiz) en 1902, fue un miembro activo del Partido Comunista de España hasta después de la Guerra Civil Española (1936 – 1939) que se vio obligado a exiliarse. Con la democracia de regreso al país con la Constitución de 1978, Alberti regresó a España.

En 1983 fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía y en 1985 Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz.

Dotó a sus poesías de fuerte contenido político en los años inmediatamente anteriores a la Guerra Civil.

«En aquellos años de destierro argentino, mi lejana vida española se me perfila hasta los más mínimos detalles, y son ahora los recuerdos -lugares, personas, deseos, amores, tristezas, alegrías…- los que me invaden hora a hora, haciendo del poema, no una elegía por las cosas muertas, sino, por el contrario, una presencia viva, regresada, de las cosas que en el mundo no murieron y siguen existiendo, aun a pesar de su aparente lejanía. Libro sin fin, pues es como la crónica de los momentos mejores o peores de mi vida, de esos que espero siempre su retorno.»

Y siguió escribiendo prácticamente hasta el fin de sus días.

2. Federico García Lorca (1898 – 1936)
Nacido en el pueblo Fuente Vaqueros de Granada en 1898; poeta, dramaturgo y prosista. Fue uno de los escritores que más destacaron de la Generación del 27 y, probablemente, uno de los cuales halló el final más dramático de todos ellos.

A diferencia de Alberti, Federico García Lorca se negó a huir. Siendo funcionario de la república, los embajadores de Colombia y México le ofrecieron un salvo conducto para huir al exilio, pero éste se negó. Tres días después, sería fusilado con apenas 38 años tras el golpe de estado que dio lugar a la Guerra Civil Española.

A pesar de su corta trayectoria, dejó atrás numerosas obras literarias que hoy en día forman parte de la literatura española como ‘La casa de Bernarda Alba’.

«La rosa

no buscaba la aurora:

Casi eterna en su ramo

buscaba otra cosa.

La rosa

no buscaba ni ciencia ni sombra:

Confín de carne y sueño

buscaba otra cosa.

La rosa

no buscaba la rosa:

Inmóvil por el cielo

¡buscaba otra cosa!»

Federico Garcia Lorca

3. Pedro Salinas (1891 – 1951)
Gran poeta de la Generación del 27 nacido en Madrid en 1891. De entre todos los escritores de esta generación, tenía, quizás, la visión más moderna de la poesía. Para él era fundamental «liberar el verso español del yugo de la métrica», dicho con sus propias palabras. Fue él mismo quién tradujo 3 volúmenes de la obra francesa ‘En busca del tiempo perdido’ de Proust, desconocida hasta entonces por los hispanohablantes.

La historia se repite una vez más, y Salinas, al igual que sus camaradas, se ve obligado a huir al exilio. Tras la Guerra Civil, marcha a Estados Unidos, de donde nunca regresaría ya que falleció en Boston en 1951.

«Afán para no separarme de ti,

por tu belleza, lucha por no quedar en dónde quieres tú,

aquí en los alfabetos, en las auroras, en los labios.

Ansia de irse dejando atrás anécdotas, vestidos, caricias,

de llegar atravesando todo lo que en ti cambia,

a lo desnudo y a lo perdurable.

Y mientras siguen dando vueltas y vueltas, entregándose,

engañándose, tus rostros, tus caprichos y tus besos,

tus delicias volubles, tus contactos rápidos con el mundo,

haber llegado yo al centro puro, inmóvil, de ti misma,

y verte cómo cambias, y lo llamas vivir,

en todo, en todo si, menos en mí, dónde te sobrevives.»

4. Damaso Alonso (1898 – 1990)
Escritor nacido en Madrid en 1898 pero con orígenes galaico-asturianos. Su estilo poético era menos exaltado por lo que pudo quedarse en España. Tras la Guerra Civil y durante la dictadura de Francisco Franco, siguió practicando la enseñanza como catedrático de la Universidad de Valencia.

A pesar de ello, su obra más importante, ‘Hijos de la ira’, acusa, maldice y protesta el grotesco espectáculo del mundo, inmerso entonces en una terrible guerra global.

«Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).

A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,

y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.

Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.

Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,

por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,

por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.

Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?

¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,

las tristes azucenas letales de tus noches?»

5. Luis Cernuda (1902 – 1963)
Luis Cernuda, nacido en 1902 en Sevilla. Como muchos otros, se vio obligado al exilio tras la Guerra Civil. Se marchó a México, donde vivió hasta el día de su muerte en 1963.

De origen francés, vivió una educación muy rígida e intransigente debido al carácter y a la condición militar de su padre. A los 9 años, inspirado por Becquer e incentivado por su profesor, comienza a escribir algunos versos.

Ya 1919, en la Facultad de Derecho, su profesor y poeta de la Generación del 27, Pedro Salinas, le ayuda con sus primeras publicaciones.

Tras el asesinato de Lorca, Cernuda le dedica una elegía ‘A un poeta muerto (F. G. L.) del cual se censuró parte.

«…Triste sino nacer

Con algún don ilustre

Aquí, donde los hombres

En su miseria sólo saben

El insulto, la mofa, el recelo profundo

Ante aquel que ilumina las palabras opacas

Por el oculto fuego originario.

La sal de nuestro mundo eras,

Vivo estabas como un rayo de sol,

Y ya es tan sólo tu recuerdo

Quien yerra y pasa, acariciando

El muro de los cuerpos

Con el dejo de las adormideras

Que nuestros predecesores ingirieron

A orillas del olvido…»

En memoria de Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre, Juan José Domenchina y Emilio Prados – Generación del 27.

Alonso Damaso

Generación del 27

Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.