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#FAVMONUMENT: La reales Atarazanas y El Hospital de la Caridad

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Comenzamos con una nueva sección: nuestro monumento favorito, que estará en las redes bajo el hashtag de #FAVMonument. Es muy difícil elegir, ya que en una ciudad tan bonita como Sevilla, no es posible tener sólo uno favorito. Vamos a comenzar con las Reales Atarazanas y el Hospital de la Caridad, muy cerca uno del otro e impresionantes los dos.

Las atarazanas son, sin duda, uno de mis monumentos favoritos de Sevilla. Desgraciadamente, hace ya varios años que permanecen cerradas, según la administración, por falta de fondos y acuerdos. Muy cerca del río, aunque fuera del recinto amurallado de la ciudad, hoy día encontramos las Atarazanas Reales entre las calles Temprado y Dos de Mayo, en el barrio del Arenal. El caso es que esta joya tan escondida y que tan poca gente conoce es uno de los edificios más antiguos y menos valorado de Sevilla. Fue mandado construir por Alfonso X “El Sabio” en 1252 como astillero militar para la corona de Castilla, y estuvo en funcionamiento hasta el siglo XV. Abandonado hoy día a su suerte, en la época sirvió para construir grandes galeras hechas con maderas de la Sierra Norte de Sevilla. Las hacían artesanos que cobraban muy barata su mano de obra a cambio de privilegios y muchos esclavos, casi todos presos musulmanes. El edificio además de para construir barcos se utilizaba para albergar festejos públicos por su gran tamaño, mercado de pescado, como almacén, aduana y hasta cárcel “de lujo” para los nobles y acaudalados. Primitivamente constaba de 17 naves de estilo gótico-mudéjar y más de 7000 m2, aunque cuando ya no estaba en funcionamiento, durante el siglo XVII, algunas de ellas se vendieron a Miguel Mañara para que pasaran a formar parte del conocido Hospital de la Santa Caridad. En el siglo XVIII el edificio va a transformar su funcionamiento y se va a convertir en parque de Artillería. De esta época podemos apreciar la entrada de la calle Temprado donde leemos bien grande “Fabrica de Artillería” cerrándose ésta en 1970. Después de ciertas restauraciones en 1995 abriría de nuevo para albergar exposiciones y vida cultural cerrándose de nuevo en el año 2009. A pesar de que las Reales Atarazanas de Sevilla están declaradas Bien de Interés Cultural y catalogadas como Monumento Nacional desde 1969 permanecen cerradas desde entonces. Hoy día el sevillano que quiera ver las atarazanas lo tiene difícil, y la única posibilidad es asomarse a alguna de las ventanas que suelen estar abiertas por la calle Temprado. En 2014 la Junta de Andalucía aprobó un proyecto de rehabilitación financiado por La Caixa, con una inversión de más de 10 millones de Euros, con el que se supone que las Atarazanas reabrirían sus puertas en 2017. A día de hoy aún no se ha comenzado a trabajar en ellas.

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Uno de mis monumentos favoritos en Sevilla es el Hospital de la Caridad, fuera del típico circuito turístico Catedral-Alcázar-Plaza de España, pasa desapercibido para la mayoría de los visitantes a la ciudad, que ignoran esta auténtica joya del Barroco. Es éste un lugar único por su estado de conservación tanto en lo material como en lo espiritual. Desde el siglo XVII viene funcionando como hospital y casa de acogida para hombres sin recursos, y en su Iglesia de San Jorge podemos apreciar todo un tratado de religiosidad y filosofía barroca. La Hermandad de la Santa Caridad ya tenía aquí unas dependencias y una iglesia en bruto, aún por construir, cuando Miguel Mañara, un riquísimo noble de la ciudad, entra en la nómina de hermanos tras la tremenda crisis personal que le provocó la temprana muerte de su querida esposa, con la que no tuvo descendencia, y va a invertir toda su vida y su fortuna en la realización de este proyecto. La hermandad, en aquel tiempo, tenía como misión dar digna y cristiana sepultura a los cuerpos de los ahogados en el río, los pobres que morían en las calles, y los ajusticiados cuyos cadáveres no eran reclamados. Miguel Mañara amplió el alcance de la caridad a los vivos, procurándoles refugio durante las frías noches de invierno, un plato de comida caliente, mantas y un trato humano. Su ejemplo inspiró a muchos nobles y personas pudientes a hacer donaciones y entrar a formar parte de la institución y con estas donaciones pudo ampliar las instalaciones del hospital, abrirlo todo el año, dar atención sanitaria y espiritual…y terminar la iglesia, mano a mano con sus amigos y hermanos en la Caridad: Pedro Roldán, Murillo o Valdés Leal, dejando un legado artístico que es todo un tratado ideológico, un mensaje complejo y extraordinariamente coherente sobre la muerte, la caridad, y la salvación del alma. Todo ello aprovechando la arquitectura de las atarazanas alfonsíes, que pertenecían a la Corona, lo que además de posibilitar su rápida construcción, da el aspecto peculiar al hospital y la iglesia. Aún hoy la hermandad atiende a los necesitados en este edificio y celebra sus rituales funerarios prácticamente igual a como lo hacía hace tres siglos.

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Estas disposiciones no fueron duraderas ni eficaces, pero nos habla de unos hechos a menudo desconocidos y de los que no se suele hablar, ni siquiera en los centros educativos. Pero merece la pena imaginar una Sevilla con un porcentaje llamativo de población negra, muchos de ellos llevando una carimba en el rostro, tal vez con el anagrama “ESCLAVO”, una S y un clavo (la primera que aparece en la imagen); aunque el carimbo se usó mayormente en las colonias americanas, mucho más difíciles de controlar por las autoridades. Otra curiosidad es que los hierros de carimbar se guardaban bajo llave en dependencias administrativas de la autoridad, o sea, que la carimba estaba perfectamente regulada por las leyes, y era como nuestros sellos de aduanas o de control de la CE o la matrícula en los coches, pues no se les consideraba más que mercancía. Y, además, por mandato real, los custodios y encargados de carimbar no podían cobrar por ello o cobrar, en todo caso, muy poco para evitar que se convirtiera en un negocio, como ya había ocurrido en algunos lugares.

Hasta 1679 no se suprimió la esclavitud indígena en los dos virreinatos y el carimbo aún tardaría un siglo más en ser prohibido completamente, ya en época ilustrada.

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